Roma

A causa del profundo centralismo ejercido por Roma sobre sus provincias en todos los aspectos de la vida, se originó un arte muy uniforme sin que pueda hablarse de escuelas provinciales, al menos durante la época imperial. No obstante, dada la amplitud del Imperio y su constitución en diferentes momentos, no existe una contemporaneidad cronológica, pues en las zonas orientales donde el arte helenístico está más consolidado sus formas artísticas están mucho más evolucionadas que en las provincias occidentales más tardíamente incorporadas a la cultura romana.

El canon de belleza era el de una mujer de piel blanca y mejillas sonrojadas.

La piel debía ser libre de arrugas, pecas o manchas. Para conseguirlo solían colocarse mascarillas por la noche realizadas con hinojo, mirra perfumada, pétalos de rosa, incienso, sal gema y jugo de cebada. Para contrarrestar las arrugas era muy común una mascarilla compuesta de arroz y harina de habas.

Para la sombra de ojos usaban ceniza, zurita y polvo de malaquita. Las cejas se perfilaban sin alargarlas y se retocaban con pinzas. En este sentido existía una preferencia por las cejas unidas sobre la nariz, efecto que se lograba aplicando una mezcla de huevos de hormiga machacados con moscas secas, una mezcla que también se usaba como máscara de pestañas.